viernes, 18 de abril de 2008

el lado oscuro de la casa rosa

el lado oscuro de la casa rosa no se encuentra detrás, allá donde intento convencer a zapote de que es un buen lugar para defecar (qué linda palabra, no? y es que como que disfraza con elegancia la verdadera naturaleza de lo que se está diciendo: cagar).

la cuestión es que no, el lado oscuro de la casa rosa está al otro lado del jardín; allá donde se pierden los límites de la plaza del sol (así se llama la plaza de san pancho); allá donde los fines de semana una inocente plaza puede convertirse en un vórtice de destrucción sonora (y, en mi caso, nerviosa); allá donde se utilizan vallas de alambre cubiertas de plásticos negros para separar a los que están dentro de los que están fuera; allá donde la discoteca y los bailes de san pancho tienen lugar.

uf, uf, uf, qué fin de semana ese del huracán del pacífico!
discoteca: jueves, viernes y sábado.
baile: sábado.

un jueves vinieron gumi y su madre. no tendrán interés en conocer las razones de lo maravilloso que fue verlos y abrazarlos y sentir que no estaba sola en este pueblo, pero es que necesito mencionar lo emocionante del encuentro.
lo malo es que este par de peregrinos venían exhaustos y tuvieron que soportar las intensas vibraciones que sufre la casa rosa cuando hay discoteca.

menos mal que gumi y su madre se fueron a buscar caracoles a otros mares porque el sábado el volumen del sonido alcanzó límites, para mí, inconcebibles.
desde las cuatro de la tarde comenzaron las pruebas de sonido; yo estaba en la playa, a más de quinientos metros de distancia de la parte trasera del escenario, y ya me parecía demasiado escándalo.
cuando como a las cinco llegué a la casa rosa, me sorprendí por el inmenso escenario que habían instalado en la cancha de básquet, ubicada a escasos treinta metros de mi cama; pero lo peor no era el tamaño del escenario, sino el alcance sonoro de las bocinas, que parecían estar ahí para que zapote y yo viviéramos intensamente el concierto y el baile aunque no pudiéramos pagar la entrada.

durante las siguientes cinco o seis horas zapote entró en trance; daba vueltas sobre su propio eje, aullaba, ladraba y, cuando se extinguían sus fuerzas, se escondía en su sarcófago de cartón. creo que las secuelas del trauma serán definitivas.
ahora zapote come piedras y se transforma en conejo




en la intimidad de mi cerebro yo también daba vueltas sobre mi propio eje, aullaba y ladraba. no tengo sarcófago de cartón donde esconderme, así que me metí a bañar.
a las once de la noche no soporté más y, después de grabar unos minutos del concierto con mi camarita, me fui a dar una vuelta por el pueblo.



qué hacer? entraré al baile? ufff, 130 pesos es demasiado... pero de todas formas el baile está dentro de la casa rosa, así que...

me encontré con un halcón y fuimos juntos rumbo a la plaza. él tampoco quería pagar así que fuimos a la parte de la plaza donde se encontraban otros en la misma situación y nos quedamos esperando a que abrieran las puertas para los pobres.
no abrieron las puertas pero bajaron el precio del boleto a 100 pesos durante el intermedio.
el halcón, martín, susi y otros personajes ensayamos cómo hablarle al de la entrada para convencerlo de que entraríamos pagando sólo cincuenta pesos por persona.
el ensayo salió bien pero a la hora de la verdad no convencimos a la de la entrada.
mientras decidíamos la estrategia apareció el hermano de la more y se ofreció a pagar mi entrada; yo me agobié porque me parecía una traición a mis pobres compañeros pobres y además no me parecía del todo bien que él pagara lo que no me parecía bien pagar.
agradecí la oferta pero me negué a entrar de ese modo.
los pobres seguíamos discutiendo cómo entrar cuando apareció de nuevo el hermano de la more; ahora tenía una entrada de más, así que no pagaría nada. no pude volver a negarme y traicioné a mis compañeros.

al rato entraron todos, convencieron a la de la entrada de pagar sólo setenta pesos por persona.
yo tampoco los hubiera pagado, así que me alegré de mi traición.

bailé y bailé y bailé al son de la música disco del intermedio y luego al son del huracán del pacífico, una banda legendaria que en los años ochenta contaba con la presencia del papá de la more como saxofonista.

ay que sosita esta entrada, no? como excusa puedo decir que lo que pasa es que ya empezó el taller de cine, video y periodismo y que, como acabo de preparar la clase de mañana, pues estoy cansada. también puedo añadir que gracias a zapote me levanto todos los días al amanecer, pero ya no sé si tiene mucho que ver.
mejor me voy a dormir.