jueves, 21 de febrero de 2008

para nootka

nootka me pidió en su blog que continuara una extraña cadena.
la verdad es que no soy partidaria de este tipo de actividades, pero sólo por ser nootka haré como que no me doy cuenta de que estoy yendo en contra de mis principios cibernéticos.

a ver, seis manías mías:
me abstengo de combinar el color negro con el color café
me abstengo de usar simultáneamente dos prendas de vestir confeccionadas con mezclilla
me agobia que alguien frote dos pedazos de terciopelo (sea del color que sea)
me agobia que alguien frote un calcetín con otro
me distraen (no muy agradablemente) las bolitas de baba que se fabrican poco a poco en las comisuras de algunos labios
me desesperan los niños y las niñas que lloran hasta ponerse rojos y quedar suspendidos en un berrinche

ahora tengo que enlazar a la persona que me sugirió esta actividad



y aquí viene la trampa: como no tengo amigos bloggeros y estoy sola en el mundo virtual, pues la única opción que encuentro es provocar algo así como un efecto escher.




lunes, 11 de febrero de 2008

casa rosa I

en estos momentos espero a que un par de hombres terminen de emboquinar la nueva ventana de mi casa rosa. como intento relajarme ante el hecho de que está cayendo cemento fresco por todos lados, he decidio distraerme relatando algo sobre nuestras peregrinaciones.
resulta que después de nuestro aterrizaje en méxico lindo y querido, la vida cotidiana comenzó a brillar por su ausencia. yo iba en una montaña rusa emocional que me llevaba de arriba a abajo; en algunas ocasiones me sentía plenamente feliz de haber vuelto y, en otras, me sentía completamente abatida por ignorar casi todos mis destinos: geográfico, social, profesional…

los servicios del duende son requeridos sobre todo en pachuca, hidalgo, pero los preparados tiene que elaborarlos en su taller, ubicado en cuernavaca, morelos. como nuestro centro de operaciones está situado en casa de mis padres, en la ciudad de méxico, el duende recorre, hasta hoy, varios kilómetros a la semana para curar un poquito a los ricos de pachuca.
total, que mis ánimos no andaban para mucho reencuentro (cosa rara…) y decidí convertirme en asistente oficial del duende. entonces, durante los siguientes días, los dos tuvimos que trabajar y recorrer kilómetros de día y de noche, a pie, en tren ligero, en metro, en pesero, en taxi, en autobús y en coche.
el 22 de diciembre se precipitó la semana de festinavidades y las labores de elaboración de medicinas, tanto como las del transporte de obras, concluyeron un día antes de un inolvidable festín. en casa de uno que, desde que recuerdo, quiere ser presidente de la república nos reunimos algunos excompañeros de la primaria; es decir, somos personajes que nos conocemos desde los años setenta y ochenta. qué rarito se oye, pero es verdad, lo juro. y bueno, el duende, siempre solidario con las causas sociales, se aventó la reunión como testigo presencial.

el 25 de diciembre, después de una comida familiar, el duende y yo fuimos a sacar dinero al cajero y a comprar unos aislantes para dormir en la tienda de campaña. y es que el 26 en la mañanita nos íbamos a san pancho. total, que llegamos a gran sur (centro comercial), sacamos dinero, vimos nuestro saldo y caminamos hacia la comercial mexicana (supermercado); ahí los aislantes eran malos y caros, así que decidimos ir a perisur (otro centro comercial), pero tampoco encontramos nada. a toda prisa llegamos al wallmart (mierda gringa de supermercado) y ahí encontramos un par de aislantes que nos parecieron bien; llegamos a la caja y quise pagar con la tarjeta para evitar gastarnos el efectivo antes del viaje.
chanchán, chanchán.
la tarjeta no estaba.
la tarjeta no estaba.
la tarjeta no estaba.
¡¡¡LA TARJETA NO ESTABA!!!
pagamos en efectivo mientras temblábamos, discutíamos y gritábamos. en chinga nos fuimos al cajero, me bajé corriendo del coche y me encontré con una señora que se alejaba del cajero con su hija. les pregunté si habían visto una tarjeta dentro del cajero y me dijeron que no; la niña me dijo que unos chavos se la habían encontrado, pero ya se habían ido. mientras yo intentaba que la niña me describiera a los chavos, la señora le gritaba que se apurara; la única señal que obtuve fue que eran un grupo y que una de las chavas llevaba pants y vans.
recorrí gran sur como una loca, pero no encontré mi tarjeta.
desde el coche llamé a mi mamá para que cancelara la tarjeta; al llegar a su casa continué el trámite y lloré de felicidad cuando me enteré de que no nos habían robado absolutamente nada.


26 y 27 de diciembre fueron días de arduo trabajo; en san pancho el colectivo preparaba el segundo festival de arte, y el duende y yo llegamos a nayarit con el único objetivo de cooperar en el festival y de integrarnos con la banda sanpanchil.


los días 28, 29 y 30 de diciembre tuvo lugar el segundo festival de arte del colectivo san pancho. una maravilla.
la plaza del sol tenía un pasillo dedicado a la artesanía y otro a la comida
del otro lado había mamparas con pinturas y fotografías de artistas nativos y adoptivos de san pancho.
los bancos de la plaza se veían hermosos, llenos de flores, o sea, de huicholes y huicholas vestidos de colores, vendiendo sueños de chaquira, de madera, de tela, de hilo…. en sus respectivos rincones se encontraban dos chamanes huicholes que ofrecían sus servicios de curación.
desperdigados podían encontrarse también un taller de grabado; una cámara oscura enorme; un molino para energía eólica y una celda solar; representantes de asociaciones y organizaciones sociales, ecológicas, culturales.
en otra parte de la plaza estaba instalado un escenario donde, a lo largo de los tres días de festival, pudimos disfrutar de demostraciones de judo; bailes regionales de grupos infantiles, profesionales y de la tercera edad; conciertos de música huichola, clásica y popular; rituales de curación; payasos; danza buto y contemporánea; desfiles, batucadas, trovadores, poetas y espontáneos. en fin, digamos que hubo tantos espectáculos que ya ni me acuerdo de todos.



el último día del festival compartí con la more una gripa monumental, que nos dejó medio tumbadas durante varios días. de hecho nuestra noche de año nuevo ni siquiera merece muchos comentarios porque fue un fiasco, aunque no para el duende y para el more. ni hablar, así es la vida.

las siguientes semanas fueron de integración. los mores tienen a su cargo una galería, así que colaboramos con ellos en cuidarla, arreglarla y transformarla. también participamos en excursiones por la selva y por la playa, durante las cuales disfrutamos de paisajes que nos merecemos todos, aunque a veces se nos olvide. las fiestas y las reuniones no faltaron.
el tercer sábado de enero hubo una junta del colectivo san pancho y me convertí en algo así como la cronista del colectivo.
























después de soportar tanto placer, la última semana nos pusimos más serios para buscar una casa y no sólo la conseguimos, sino que también me encontré un trabajo y, por si fuera poco, nos dieron en adopción a un cachorro, a zapote.

el 22 de enero volvimos a la ciudad de méxico. la neta es que fue duro enfrentarnos con la realidad: coches, pavimento, claxons, histeria, aire gris. una ciudad triste porque no se olvida de lo hermosa que fue y que cada vez que se mira a sí misma se deprime.
la siguiente semana fue una locura, se casó mi hermano y, por si fuera poco, había que hacer infinidad de cosas antes del 2 de febrero, día de la candelaria, porque iríamos a san pancho a recibir una casa rosa.

pensé que la casa rosa tenía cuarenta metros cuadrados pero que en realidad no llega ni a los 25. es un huevo cuadrado rosa con un terreno enorme donde algún día, cuando sea posible, se hospedará al taller del duende.