viernes, 13 de junio de 2008

la casa amarilla

y al séptimo día, salió el sol y el duende me quitó una garrapata de la ingle.

pero bueno, antes de eso el duende llegó un día que era día de su cumpleaños, el 21 de mayo. yo le regalé una sandía, una enorme sandía que brotó de una planta que apareció hace semanas en el terreno/jardín de la casa rosa. el tiquilichi me dijo entonces: “90 días, sandía”, y no conté los días, pero al final tuvimos sandía.


del 22 al 25 de mayo, el festival internacional amado nervo se instaló por primera vez en san pancho y san pancho se convirtió, “por decreto”, en capital cultural del estado de nayarit.

al respecto del festivalito no tengo mucho que decir, sólo que me parece que los principios de algunos integrantes del colectivo san pancho no riman demasiado con el hecho de trabajar para/con el gobierno del estado. pero bueno, ahí vamos, aprendiendo de la colectividad.

el 30 de mayo el duende y yo hicimos las maletas y los huacales, dejamos vacía la casa rosa y pasamos la primera noche en la casa amarilla. parece broma, pero no; quizá nuestra aura se refleja en el color de nuestra casa y estamos atravesando una continua metamorfosis.

yo qué sé!


el duende me preguntó el otro día: “cómo se llamaba la casa donde vivieron van gogh y gauguin?”. y, según mis cálculos, el 1 de agosto es el día 63 de “nuestra casa amarilla”, pero estoy segura de que el duende y yo no caeremos en disputas matrimoniales tan típicas como las que ocasionaron el divorcio de van gogh y gauguin.
la casa amarilla es el lugar donde el duende y yo nos quedamos la primera vez que vinimos a san pancho, hace como cinco años.

la casa amarilla tiene cocina y, por si fuera poco, la cocina tiene fregadero (dónde lavar los platos).

la casa amarilla tiene muchas ventanas y, por si fuera poco, las dos que dan a la calle recibieron con júbilo a mis hermosas cortinas azules (de puticlub, según el hermano titiritero del duende).

la casa amarilla tiene baño y, por si fuera poco, el baño tiene puerta.

la casa amarilla tiene una terraza de ensueño: a un lado, la selva; al otro lado, el mar y sus atardeceres.

pero la casa amarilla no tiene jardín, y a zapote le ha costado un poco adaptarse a su nueva vida. disfruta mucho de los paseos por el monte con el duende y conmigo, pero de la casa rosa extraña el parque de diversiones y a su vecina, su novia patsi.




hace unos días, después de un atascón de los soprano, el duende y yo nos disponíamos a dormir cuando, de pronto, el duende se dio cuenta de que una araña nos observaba. la araña no tenía nada que ver con las arañas que había visto antes, era enorme. yo me sabía incapaz de hacer algo al respecto y tenía mucho sueño pero el duende no podía dormir tranquilo sabiendo que esa arañona se encontraba en el techo, a escasos tres metros de nuestra cama.
entonces, aunque apagamos la luz un momento, volvimos a encenderla para hacer algo al respecto de la araña (bueno, para que el duende hiciera algo, porque yo estaba casi dormida); lo curioso fue que en ese momento apareció otro bicho enorme en la cabecera de la cama. el duende capturó de inmediato a un insecto come madera y lo metió en un frasco; luego encendió unas varas de incienso y consiguió convencer a la araña para que se fuera a depositar a sus hijitos a otro lado.


el miércoles terminó el rodaje de herederas, un cortometraje de comunicaciones neibama que promete… promete dejarme loca de agobios y mimetizada con adolescentes. ya verán el corto.

y sí, hoy salió el sol después de seis días de lluvia. por alguna magnética razón aquí en san pancho hay muchos belgas; algunos dicen que en los últimos días san pancho parecía bélgica; la neta es que los belgas tienen la culpa de que san pancho pareciera bélgica durante estos días porque sintonizaron su visión belga y transformaron a nuestro costeño san pancho en una imitación de su lluviosa bélgica.


es una pena que tengamos que desocupar la casa amarilla cuando vuelva sil de sus estados unidos.