parece mentira, pero con apenas dos mesesitos, nuestro querido zapote ya ha sobrevivido a dos secuestros.
el primero fue perpretado por javiera, una niña de aproximadamente siete años que conoció a zapote el sábado 16 de febrero, cuando apenas llevaba conmigo cuatro días. la niña me dijo en cuanto vio a zapote que era justamente el tipo de perro que ella quería, y yo le contesté que ya buscaríamos uno que se pareciera a él porque zapote vivía conmigo.
total que ese día estuve un poco ocupada en el ccc (centro de creación colectiva en las bodegas de san pancho) porque había una junta importante y yo tenía que tomar notas. Javiera se acercaba a mí de vez en cuando y me ofrecía cuidar de zapote, alo que yo accedía no sin advertirle que quería verlos por ahí.
al terminar la famosa junta dejé a zapote con la more y me metí al ccc por mis cosas. al salir la more estaba sin zapote y me dijo que javiera se había vuelto a ofrecer para cuidarlo. yo presentí algo porque me puse un poco nerviosa, pero me esperé a cenar algo y a darle tiempo a javiera para que regresara.
ya había anochecido y no había rastro ni de zapote ni de javiera, así que empecé a buscarlos cada vez más desesperadamente. la more me acompañó y me ayudó a preguntar por los alrededores hasta que al fin dimos con la casa de la pequeña. sus hermanos la sacaron de la cama y me entregó a zapote, con quien dormía plácidamente.
después del susto, recobré la tranquilidad cuando recuperé a zapote y pensé que lo peor ya había pasado.
el 11 de marzo, justo un día antes de que zapote cumpliera un mes de haber dejado a su madre para reunirse con nosotros, salí a dar un paseo sola. llevaba unos días estresada por lo del dichoso catálogo y porque, después de todo, ni el león ni san pancho ni los humanos son como los pintan, así que mientras intentaba hacer de zapote un perro de bien me esforzaba por asumir que la realidad no siempre es rosa como nuestra casa.
total que durante todo el día había estado de un lado para el otro con el cachorrín y lo notaba cansado, así que lo dejé en su terraza, con su comidita, su agüita, su sabanita y sus juguetitos. decidí hacer caso del consejo del lagarto: dejé a zapote amarrado con una cuerda de unos cuatro metros a una palmera porque el patio/jardín de nuestra casa no tiene puerta.
vi el atardecer, me relajé y me di cuenta de que sólo era cuestión de tener paciencia para adaptarme y conseguir aquello que me propusiera. de muy buen humor me dirigí a la galería a arreglar unos asuntos y luego fui a la “casa de todos” a recoger la correa de zapote que un amigo se había quedado.
llegué a la casa pero antes de entrar me quedé platicando con los hermanos y cuñados de la more, que son mis vecinos y habían estado tomando unas chelas afuera de su casa. me despedí y me acerqué a ver cómo estaba zapote, pero zapote no estaba, sólo la cuerda.
entonces me puse como una magdalena loca, porque lloraba pero tartamudeaba y me mostraba bastante alterada. en ese momento comenzó la pesadilla del momento. recorrí el pueblo llorando (creo que sólo me faltaba gritar “ayyyyyy mi hijoooooo”). nadie había visto a zapote, sólo una pareja dijo haber visto a un cachorro como él paseando como a unas cinco calles de la casa.
a las diez de la noche me di por vencida y me fui a la casa. mientras lloraba creí escucharlo llorar fuera y salí de inmediato, pero no estaba.
me acosté y soñé que estaba durmiendo con zapote.
luego escuché que un perro tomaba agua afuera, en la terraza de zapote y salí de inmediato, pero no estaba; sólo había un perro negro enorme que aprovechó la oportunidad.
al día siguiente salí al amanecer a comenzar la búsqueda; hablé con la lechera, con los pescadores, con los albañiles y con todo el que me encontraba en la calle. nadie había visto nada.
tuve que irme a vallarta y por la tarde a bucerías para dar forma a otros episodios de mi pesadilla que en este momento no vienen al caso.
por la tarde, de vuelta en san pancho, seguí preguntando y no sólo nadie había visto nada, sino que en general tenían la teoría de que seguro que me lo habían robado y no volvería a verlo.
en la noche hice el cartel de “se busca” y al día siguiente por la mañana me fui directo a imprimirlo para pegarlo por todos lados. en el camino uno de mis vecinos, que trabajaba como albañil en una construcción frente a la casa rosa, me dijo que el día que zapote desapareció habían visto a la gringa que vive atrás de nuestra casa entrar a nuestro jardín/patio y acercarse a zapote; también me dijo que seguro que ella lo tenía y que porqué no me asomaba a confirmarlo.
decidí ir a pegar carteles y pasar a la casa de la dichosa gringa de regreso, pero me faltaron carteles y me desvié para imprimir más. iba caminando cuando, desde su oficina, alba me preguntó si había encontrado a zapote. le dije que no pero que en eso andaba, pegando carteles y escuchando versiones; le conté lo de la gringa y me dijo que ella la conocía que, si quería, podía llamarla y preguntarle.
eso hizo y casi me muero de la emoción cuando escuché que ella tenía a zapote y que lo llevaría a la oficina en cinco minutos. volvería a verlo! volvería a escucharlo! volvería a olerlo!
alba colgó el teléfono y me dijo que la gringa dijo que ella tenía al perro; que lo había rescatado porque permanecía amarrado día y noche, con una cuerda de medio metro, sin agua y sin comida. alba también me dijo que la gringa estaba medio loca y que no perdiera el tiempo discutiendo con ella, que obviamente se había inventado una historia de heroísmo en la que ella era protagonsita y no iba a convencerla de lo contrario.
cinco minutos más tarde apareció un coche que en la puerta tiene un logo medio místico debajo del cual puede leerse “armonía holística”; ahí venía la gringa quien se bajó del coche y me entregó a zapote mientras me gritaba que el pobre vivía amarrado con una cuerda, sin comida y sin bebida. yo estaba tan feliz de tener a zapote entre mis brazos que casi no me daba cuenta de que aquella loca estaba frente a mí.
zapote y yo volvimos a la casa. al rato vino otra vecina con su hija y me dijo que el día que desapareció zapote vieron que uno de los chavos que viven con la gringa se saltó la barda de nuestro patio/jardín, desamarró al zapote y luego se lo pasó a la gringa que andaba trepada en una sillita al otro lado de la barda.
lo bueno es que nuestro querido zapote se ríe de sus aventuras y sigue disfrutando de la vida.
martes, 18 de marzo de 2008
final de la consternación
Publicadas por luz herrera a la/s 5:47 p.m.
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2 comentarios:
ay dios mío, te imaginaba rojos de llorar los ojos ronca de gemir la voz suelto el cabello y el manto, buscando a zapote por las calles de san pancho, querida, qué horror, qué desesperación. Cuando se perdió Ada no sabes la que me monté, la busqué por todas las zarzas y los matorrales de la ciudad con la cara empapada en lágrimas, cuando volví a casa me dí cuenta de que tenía las piernas llenas de heridas y de sangre de meterme por las zarzas y no me había dado ni cuenta. Por eso la gente me miraba raro.
A la gringa ni agua
ay, cariño. tú siempre me comprendes tan bien. sólo que yo en lugar de zarzas me metí entre erizos, pero lo demás, has de cuenta de que vivimos la misma pesadilla.
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